¿Cómo un disco puede sentirse como una sopita caliente? Arturo Pardo tiene la receta
El músico nos relata el proceso detrás de un álbum hecho para escucharse con candelas encendidas y el alma abierta. Se trata de un disco que se siente como un abrazo
Por: Willy Bolaño
Fotos: Cortesía Matías Sauter
Arturo Pardo es de esas personas que uno no sabe si presentar como periodista, músico, escritor, gestor cultural o simplemente como alguien que hace bien las cosas. A lo largo de los años se ha puesto muchos sombreros: ha escrito crónicas memorables, ha realizado profundas entrevistas, ha coordinado un blog en un sitio de comidas, ha sido presentador de eventos, ha participado en fundaciones de impacto social, ha colaborado con decenas de artistas en distintos géneros, y ha sido, siempre, un tipo entrañable. Y un gran tipo no podría hacer otra cosa que buena música.
En su nueva etapa como solista, Pardo se lanza con todo lo aprendido en ese camino largo y versátil. Ya había probado la ruta con el EP Viceversa, pero Día Cálido marca un momento diferente: un disco donde se nota la madurez, la introspección y la confianza de quien se reconoce a sí mismo como artista integral.
El álbum suena cercano, humano y honesto. Es un abrazo en forma de canciones. Y es también una declaración: Arturo se toma en serio lo que hace, pero lo hace con calidez. Por eso, conversamos con él para conocer más de este proyecto que, más que un disco, se siente como una charla en el porche de la casa, con una candela encendida y alguien diciéndote: "todo va a estar bien".
Acá la conversación completa:
Día Cálido es tu segundo lanzamiento en solitario tras Viceversa. ¿Cómo ha evolucionado tu sonido y tu enfoque desde entonces?
El EP Viceversa fue mi primera experiencia como artista en solitario, por lo que no tenía mucha claridad de qué podía ofrecer, y cómo iba a sonar yo mismo cantando en español. Para Día Cálido creo que ya no tenía la incertidumbre de cómo ser consistente con un sonido, qué elementos usar y cómo jugar más con mi voz.
Esa certeza se acrecentó al trabajar con Felipe Pérez y Giancarlo Tassara en el estudio Miut. Ellos me ayudaron a afinar las ideas, a alentarme a hacer ciertas modificaciones y sentir que había unidad en lo que estaba grabando. Creo que todo eso ayudó a que el disco fuera redondo en función de una propuesta y de las emociones que transmite.
Antes de lanzarte como solista, fuiste parte de distintos proyectos de banda. ¿Cómo fue el proceso de pasar de una dinámica grupal a una completamente personal? ¿Qué has ganado y qué has dejado atrás?
Es un proceso muy diferente. Uno tiene más libertades a la hora de componer o de escribir las letras, pero eso también implica aprender a confiar más en la voz propia, sin esperar que haya una aprobación de alguien más para dar ciertos pasos.
A la vez, los riesgos se incrementan, tanto a nivel económico como con el cumplimiento de tiempos. Uno depende, en gran medida, de uno mismo para que las cosas salgan adelante. Para que el proyecto saliera a la luz hubo participación de muchas personas con diferentes talentos, desde lo que se hizo en el estudio, hasta el diseño o la parte promocional. Sin ese apoyo, el disco no existiría ni se hubiera podido trasladar al escenario, pero es satisfactorio sentir que, además de componer, también pude gestionar eficientemente el proyecto para que existiera.
En un mundo donde la música se consume cada vez más rápido, ¿cómo logras darle profundidad a tus composiciones sin perder la conexión con el público?
Es cierto que los hábitos de consumo han cambiado drásticamente. La impaciencia nos acompaña hasta en el ocio, desde cuánta disposición tiene uno para esperar que termine la introducción de una canción y empiece la letra, o entender de qué trata una película. Creo que un bonito reto que tiene uno al componer es acercarse a los hábitos actuales de consumo sin que eso le reduzca la calidad a las canciones.
Sigo encontrando el reto en hacer piezas un poco más cortas que lo que solía hacer, con un buen gancho, pero que tengan buena letra, y que tengan contenido de valor melódico. Creo que la conexión con el púbico puede ocurrir al mismo tiempo en que uno compone algo cercano a su corazón.
Mencionás en varias entrevistas que en tu música hay nostalgia, reflexión y esperanza. ¿Qué situaciones personales o colectivas influyeron en este álbum?
A veces no entiendo cómo la nostalgia se manifiesta tan fácilmente en mis canciones cuando en el resto de mi día no está tan a flor de piel. De repente escribir es una buena manera de canalizar estas emociones. Para Día Cálido, las canciones nostálgicas no necesariamente son tristes. En realidad tocan temas como el autoboicot, la apreciación profunda de un jardín o la historia de dos astronautas que deciden abandonar la tierra con tal de poder amarse con tranquilidad. Hay vivencias personales, pero también la imaginación de historias que conllevan procesos reflexivos.
La presencia de la esperanza justamente existe para balancear lo que, de otra manera, podría sentirse como un bajón. Parte de la evolución entre Viceversa y este disco, es que sí me comprometí a ser menos triste.
Hay un tono introspectivo en este disco. ¿Es Día Cálido un álbum que buscaste para sanar algo en particular o más bien una ventana a compartir emociones con los demás?
Me inclino más por la opción de que es una ventana. Varias veces he recibido un comentario que me gusta mucho y es que el disco se siente como un abrazo al corazón o una “sopita caliente”. Creo que, si hay personas que lo reciben así, me puedo dar por satisfecho, porque es justo lo que quería comunicar: una especie de cobijo. Si a alguien le contribuye como si fuera una sanación, sería increíble, pero tal vez más bien es una buena forma de sentir motivación, así que espero que sea agradable de una u otra forma.
¿Cuál fue la canción más difícil de escribir y por qué? ¿Hubo alguna que se transformó mucho en el proceso de producción?
No sé si hubo alguna canción más difícil que resolver que otras. Sin embargo, la última canción que entró al disco fue Día Cálido. Desde hacía rato ya le había puesto nombre al álbum, pero quería un tema que llevara ese mismo título y que retratara varias escenas de un día al aire libre, con el cielo azul. Yo ya tenía en mente varios elementos para la letra, como los niños corriendo o los papalotes volando. En realidad tal vez fue la pieza que fluyó más rápido, aunque llegó tarde. Al ser la más alegre, creo que ayuda a balancear el contenido.
Describís este disco como un refugio para momentos de tranquilidad y melancolía. ¿Cuál sería el escenario ideal para escucharlo por primera vez?
Me encantaría que una persona lo escuchara al final del día, con las luces apagadas y con alguna candela encendida. También podría ser en una cabaña fría donde necesite cobijarse. Creo que, si bien el título del disco habla del día cálido, que suele ser un escenario de mucho color y movimiento, en momentos de tranquilidad podría apreciarse la calidez de las canciones. Sin embargo sé que eso es mucho pedir.
Creo yo que hay un momento de “oro” para la música tica. ¿Cómo creés que te enmarcás en este momento de tanta creatividad nacional que ha emergido tras la pandemia?
Es cierto que hay muchas cosas pasando y me siento un receptor y testigo de esa dinámica tan efervescente de este momento. Admiro a muchas personas alrededor que están haciendo productos lindísimos, cada vez con los estándares de calidad más altos.
Ir a muchos conciertos me ha ayudado a apreciar a artistas muy diferentes. En este momento se me ocurre los aprendizajes recientes que he obtenido de ver en vivo a artistas como 424, Sofi Paez, Flor de Doppler, Cocofunka o Mazzk.
Para el disco, sumé a María Cardona, a la que siempre he admirado y por ahí tengo en lista a algunas otras personas con las que me gustaría colaborar en un futuro cercano, por todo lo que están haciendo. Hay mucho que absorber y agradecer de la escena local.
Finalmente, ¿cómo fue la experiencia de presentarlo en vivo?
Me siento realmente orgulloso del trabajo previo realizado para que el concierto se sintiera como me lo había imaginado. Tocar con banda (que se llama Viceversa), me trajo mucha satisfacción, al igual que el trabajo alrededor para asegurar una escenografía llamativa, los visuales que eran necesarios y una excelente calidad técnica en sonido y luces.
Me abrió los ojos sobre cómo se pueden potenciar las canciones y cómo pueden cobrar otra vida en escena. Creo que el público salió contento y eso es lo principal.
Quiero repetir la experiencia, pero lleva tiempo hacerlo otra vez si uno quiere cuidar la buena producción.