¿Por qué la melancolía nos hace sentir bien? Que el Sad Parade nos lo diga
Reflexionamos por qué la música triste nos llena en el marco del Sad Parade, un evento que celebra comunidad a través de la música emo, shoegaze y punk. Acá les contamos
Por: Willy Bolaño
Fotos: Cortesía de Galeriadechivos
Hay una extraña belleza en la tristeza, un refugio en lo melancólico que nos permite sentirnos más vivos. No es depresión ni ansiedad (que no se confunda jamás), sino esa nostalgia placentera que nos envuelve cuando escuchamos ciertas canciones, leemos ciertos versos o vemos una foto antigua.
Es el eco de un sentimiento compartido, la prueba de que no estamos solos en nuestras emociones.
La música emo, el shoegaze y el punk han sido canales para esta catarsis, lugares donde el ruido y la lírica profunda crean espacios de conexión auténtica. En una era donde todo parece fugaz y digitalizado, aún necesitamos encuentros reales donde la música nos abrace y nos recuerde quiénes somos.
En ese marco, nos emociona el Sad Parade, evento que regresa en su segunda edición, titulada “Déjame intentarlo una vez más”, con una alineación que promete ser una montaña rusa de emociones.
El 4 de abril se presentarán Adiós Verano, Sin Caer, Ceniza, No Es Casa Por Siempre, Sábado Santo y Cheets & Reynold, además de la participación de ilustradores en vivo. Las entradas ya están disponibles en Starticket.
A continuación, exploramos más sobre el espíritu del evento en una conversación con Andrés Webb, organizador del evento:
El Sad Parade nació como una fiesta con aspiraciones de festival. ¿Cómo ha evolucionado desde su primera edición y qué cambios o mejoras trae esta segunda entrega?
Así es, el SP está pensado a convertirse en un festival, pero de momento vamos paso a paso, creando la plataforma, dándola a conocer, estableciendo una comunidad y encontrando un espacio donde podamos disfrutar tanto de la música como de los ilustradores que son parte importante en cada fecha.
En cuanto a mejoras, esta vez usamos una tiquetera, con early bird y entrada general, para mayor comodidad de los asistentes. El venue se armó con un sonido nuevo y mejorado, lo que promete un gran show para las bandas. Invitamos a más ilustradores para que tengan más espacio para vender sus productos. También vamos a mantener la ilustración en vivo como experiencia inmersiva, buscando la conexión entre las bandas y lxs artistas.
El nombre de esta edición, "Déjame intentarlo una vez más", tiene una carga emocional fuerte. ¿Qué significa para ustedes y cómo se refleja en la curaduría del evento?
La inspiración principal del Sad Parade es la emotividad, el dramatismo que siempre ha estado presente en la burbuja de la música emocional. Personalmente, soy fan del elder emo de finales de los 90s/inicios del 2000, tanto en su estética, en sus letras, en todo lo que influenció esa época. Quería transmitir eso en la segunda edición, viéndolo también como esa segunda oportunidad de hacer mejor las cosas.
La curaduría sigue manteniendo el mismo eje: seleccionando bandas nuevas y consolidadas dentro de esta burbuja, buscando un balance entre ritmos suaves y explosivos, creando un ambiente que muta conforme avanzan las presentaciones.
El emo no es solo un género musical, es un estado del alma. ¿Cómo ven la evolución del movimiento emo en Costa Rica y qué espacio creen que ocupa dentro de la escena alternativa actual?
Desde hace algunos años, el emo revival ha tomado fuerza, lo que ha impulsado nuevos proyectos y ha revitalizado a otros ya establecidos. Hay muchísimos proyectos influenciados por el emo que me emocionan, y ojalá que se acerquen al Sad Parade para compartir no solo su música, sino para crear comunidad, que es lo más importante.
Desde los 2000 hasta hoy, el emo ha pasado de ser un fenómeno de MySpace a convertirse en una nostalgia colectiva. ¿Por qué creen que sigue siendo tan relevante y qué lo hace conectar con nuevas generaciones?
En algún lado leí que el emo es el nuevo “Dad’s rock”, y comparto la idea. Los que escuchábamos emo en los 2000 nunca dejamos de hacerlo, aunque hayamos explorado otros géneros. Además, como toda moda es cíclica, los 2000 están de regreso, y con ellos el emo en estética y actitud. Más allá de la moda, la música emo siempre ha tratado temas profundos, y para cualquier adolescente, estas canciones siguen siendo una gran descarga emocional.
El shoegaze, el punk y el emo tienen en común la intensidad emocional y la catarsis a través del ruido. ¿Cómo seleccionan las bandas y artistas para asegurarse de que capturen esa vibra?
Buscamos un balance entre bandas consolidadas y emergentes, para que el Sad Parade sea plataforma para todxs. A nivel musical, buscamos melodías tristes o explosivas, que toquen fibras, que sean pesadas o suaves, pero sobre todo, que tengan alma. Hay muchísimos proyectos increíbles y nos gustaría seguir sumando más en futuras ediciones.
El Sad Parade se siente como un refugio para quienes todavía escuchamos ciertas canciones con el mismo sentimiento de siempre. ¿Cómo ha sido la respuesta del público y qué les dicen quienes han encontrado un espacio en este evento?
Totalmente ese es el ride. Lo curioso es que la vez pasada también llegó mucho público joven; había un espectro de edades entre los 18 y los 40 años. Ver que el espacio es para todo el mundo nos motiva mucho.
Por último, pero no menos importante… Si cada edición del Sad Parade fuera una canción, ¿cuál sería la canción de esta segunda edición y por qué?
Creo que sería “Great Romances of the 20th Century” de Taking Back Sunday. Esa canción encierra todo lo que quiero transmitir con el SP: nostalgia, energía y un himno emo que esta edición merece.