¿Cómo resucitó el shoegaze al punto de conquistarnos en Costa Rica?
¿Listo para descubrir por qué las guitarras llenas de reverb y delay están hipnotizando a nuestras playlists y llenando conciertos íntimos en todo el país?
Por: Willy Bolaño
Desde hace un par de años, algo extraño ha empezado a suceder en mis playlists, en los conciertos que asisto y en los rincones más íntimos de mis recuerdos musicales: el shoegaze, ese género nacido a finales de los ochenta en el Reino Unido y siempre tan nicho, se reaparece con fuerza.
Quizá uno podría pensar que, de las tendencias alternativas, el emo de los 2000 es el que de verdad ha vuelto —con sus guitarras angustiadas, sus letras confesionales y con los reencuentros de bandas de aquella época, tal como lo hablamos en la previa del SAD PARADE— pero el shoegaze ha regresado por vías menos predecibles, calando hondo en un público sediento de texturas y atmósferas.
Un breve regreso a los orígenes
Shoegaze —término acuñado con sorna por la prensa británica— se define no tanto por su tempo o estructura, sino por el efecto hipnótico de sus guitarras llenas de reverb, delay y chorus; por voces que se hunden en la mezcla; por la sensación de caer en un gran colchón sonoro. Desde My Bloody Valentine y su Loveless (1991), hasta Ride, Curve, Slowdive y Cocteau Twins, la escena construyó una “pared de sonido” donde cada nota flotaba y se disipaba. A mí, particularmente, siempre me ha gustado decir que el shoegaze se siente como caminar por un sueño lúcido.
Una antigua foto de My Bloody Valentine.
En aquel Reino Unido post-punk y dream-pop, los jóvenes guitarristas pasaban más tiempo mirando sus pedales que al público, de ahí el apodo de “shoegazers” o “miradores de zapatos”.
El DIY, la experimentación sonora y la voluntad de fundir el virtuosismo con la emoción crearon un subgénero que, aunque nunca masivo, jamás dejó de inspirar a quienes buscaban algo distinto.
Entonces, ¿por qué el shoegaze vuelve ahora?
Podríamos pelotear algunas ideas, por ejemplo:
Nostalgia revisionista
En un mundo hiperacelerado, miramos atrás con más cariño por lo que no llegó a explotar del todo. El revival de vinilos y bandas de culto ha puesto el foco en joyas escondidas, y el shoegaze —ni punk, ni metal, ni pop— aparece como un secreto redescubierto.Hambre de atmósfera
Vivimos conectados las veinticuatro horas, a golpes de notificaciones. El shoegaze ofrece una suerte de refugio: su manto de reverberación y sus capas de sonido invitan a la introspección, a desconectarse y dejarse llevar. Es la banda sonora perfecta para leer en penumbra, navegar por la lluvia tras una ventana o caminar sin rumbo.Tecnología al alcance de la mano de los músicos
Hoy cualquiera puede comprar un pedal de reverb digital o descargar un plugin de delay granulado y recrear aquella “pared de sonido” en su cuarto. La barrera económica que antes limitaba a unos pocos se ha difuminado, y multitud de proyectos caseros surgen explorando estos paisajes sónicos.La moda de lo “underground”
Cuando lo mainstream se siente monótono, lo alternativo gana valor como signo de identidad. Llevarte bien con lo nicho es un activo cultural. Y en Costa Rica, donde lo indie ya dejó de ser raro, el shoegaze encuentra un terreno fértil para hacerse visible.La necesidad de introspección y catarsis post-pandemia
Tras los confinamientos y la incertidumbre de los últimos años, muchas personas buscan música que invite a la reflexión y ofrezca un refugio emocional. El shoegaze, con sus capas envolventes y su atmósfera onírica, se presta perfectamente a ese propósito. En Costa Rica, donde la escena cultural también vivió meses de pausa y reconfiguración, el regreso de esas “paredes de sonido” encuentra un público ansioso de experiencias sonoras que permitan procesar emociones y reconectar con el yo interior.El auge del “bedroom pop” y el poder de los algoritmos
En la era del streaming y las redes sociales, surgen corrientes como el “bedroom pop” —música creada en casas con herramientas digitales sencillas— que bebe directamente de la estética lo-fi y etérea del shoegaze. Plataformas como Spotify, YouTube y TikTok agrupan estas pistas en playlists algorítmicas (“Dreamy Vibes”, “Lo-Fi Chill”) donde un solo tema con reverb hipnótico puede llevarte a descubrir álbumes enteros de shoegaze. Ese descubrimiento espontáneo, potenciado por recomendaciones automáticas, está convirtiendo a oyentes de pop suave y electrónica casera en nuevos fans de My Bloody Valentine o Slowdive.El renacer de la cultura análoga y los soportes físicos
En paralelo al revival digital, ha crecido un movimiento que celebra lo tangible: vinilos de tirada limitada, cassettes autograbados y pósters serigrafiados. Ese ritual de comprar una cinta en un micro-sello, desempolvar un tocacintas y revisar las notas escritas a mano encaja perfecto con el espíritu shoegaze: ritual, contemplación y comunidad. En Costa Rica, ferias en sitios como Amón Solar y sellos como Furia que lanzan ediciones de 50 copias han convertido el coleccionismo en una experiencia íntima. Esa misma aura de descubrimiento, de “joya escondida”, le da al shoegaze un terreno fértil: más que un simple “stream”, compartir un cassette en una reunión significa vivir el género en primera persona.La fuerza de la comunidad en los conciertos
Cada vez que nos vemos en chivos, se arma un pequeño reencuentro de caras conocidas: amigos de la adolescencia, compañeros de la universidad, nuevos colegas melómanos. Entre cervezas y charlas de guitarra, siempre surge la clásica ronda de “¿qué estás escuchando ahora?” y, casi sin darnos cuenta, aparecen recomendaciones de bandas shoegaze. Ese boca a boca en vivo, más auténtico que cualquier algoritmo, refuerza el hábito de explorar y compartir.
Shoegaze en Costa Rica
Hace una década, apenas se asomaba alguna banda local probando delay y reverb. Hoy, hay pequeños festivales y eventos dedicados al shoegaze en distintos venues de San José. Grupos como Dylan Thomas, Adiós Cometa, A su Ladera, Lentamente, Sábado Santo, Marea Tranquila, entre muchos otros entienden que el público costarricense busca más que riffs incisivos; la gente también quiere atmósferas que absorban.
Adiós Cometa se siente como acariciar la nostalgia
Adiós Cometa se ha convertido en un referente de la música de la Costa Rica contemporánea, esa melomanía particular que está arropada por la melancolía y la nostalgia de tiempos pasados, pero con ganas de sonidos que a su vez se sientan frescos.
He estado en conciertos íntimos donde el aire se llena con capas de guitarras, y las cabezas se mecían al unísono, perdidas en la niebla sonora. No es un fenómeno de pasarela; quienes tocan shoegaze aquí lo hacen con honestidad y ganas.
Además, la conexión generacional —los treintañeros que crecimos con MTV— impulsa un círculo virtuoso: presentamos a los más jóvenes una estética renovada, y ellos la reinterpretan con su propio lenguaje, habitualmente atraídos por la hibridación del shoegaze con un rock más acompasado y, digamos, más digerible.
La revolución poética del rock suena más fuerte con Dylan Thomas
En un mundo que a veces parece diluirse entre sonidos prefabricados, encontrar una banda como Dylan Thomas es como descubrir un libro olvidado, lleno de versos que aún arden.
Entonces…
Quizá el shoegaze nunca fue “popular” según las reglas del pop, pero su regreso demuestra que hay un anhelo profundo por lo sensorial, por el sonido que se siente más que se escucha. En Costa Rica, esa búsqueda encuentra eco, sin dudas.
Queda también la tarea que, desde plataformas y medios de comunicación, también se pueda visibilizar este retornoo y las bandas que lo toman como bandera. Como siempre decimos desde La Cuarta CR: la comunidad no puede empezar sin hablar en voz alta las cosas que nos gustan. Y por lo menos desde acá nos encanta el shoegaze y sus hibridaciones.
Si te interesa descubrir (o redescubrir) este universo, te invito a poner Loveless en la primera escucha, luego indagar en Slowdive, Curve y Ride y finalmente explorar las propuestas locales. No hay nada como pasar el tiempo abrazado con los audífonos en bucle.
Una nota final: si conocés o tenés alguna propuesta musical (sea shoegaze u otro género) no dudés en contactarnos a lacuartacr@gmail.com y conversamos :)
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